Para empezar, si estás leyendo esto, tienes un 95% de ser millenial, así que deja de hacerte el ofendido.
Pues sí, han llegado las nuevas generaciones y todo el mundo se ha echado la mano a la cabeza con la pérdida de valores, enfrentamiento generacional y creación cultural (bueno no, espera, que se supone que lo hacen todo mal).
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El problema es real. |
Pues bien, mientras parece que se nos llena la boca preocupándonos por el devenir de los (nuestros) valores, quizás deberíamos empezar por reflexionar que estamos asistiendo al completamente lógico y normal proceso de evolución cultural del ser humano. Y como maestros y uno de los principales nexos con la siguiente generación (que por cierto ya no es millenial) lo ideal por nuestra parte es tratar con el cambio y no ir a contracorriente.
¿Es entonces bueno que una persona que sube vídeos contando su vida a YouTube tenga más influencia sobre los adolescentes que cualquiera de nosotros? No sabe/ No contesta, porque no es cuestión de gustos,
es una realidad que ha venido para quedarse (hasta la próxima generación al menos).
Ya no tiene sentido hablar sobre si un profesor quiere ser coach, tutor o influencer, si no que estamos obligados a ello por la necesidad de los tiempos. Pero no todo es malo, si no que precisamente nuestra labor es saber explotar esta nuevas cualidades. Por muy mala idea que nos pueda parecer que alguien sea capaz de hacerse millonario por subir fotos a una red social la capacidad que tienen ellos de llegar al alumno es mucho mayor que lo visto hasta ahora con otros métodos. Ellos viven en el móvil del adolescente (queda el peligro de la adicción, pero la trataremos en otro momento) y si se prestan a ayudarnos su impacto puede ser brutal. Ya hay influencers científicos, culturales, ecológicos; que han puesto como bandera valores que nosotros aspiramos a inculcar. Claramente ellos no van a ser los profesores, pero tampoco son el enemigo.
Nuestra labor como tutores (por qué esa es nuestra única labor en este caso, al menos profesionalmente) no es entonces diferente ante la aparión de coachs e influencers. Nosotros somos los que debemos seguir la evolución del alumno, estudiante y persona, y esa esa es la tarea que nos diferencia y nos hace vitales. Sólo con nosotros hay un proceso inverso, de respuesta; y por eso mismo debemos enfocarnos en esa cualidad, explotando los factores positivos que el alumno pueda extraer de sus ídolos (los mismos que eran los de TV antes) y reprimiendo los negativos, favoreciendo un crecimiento del pensamiento crítico para que se sepa mover en un mundo que nosotros quizás no entenderemos del todo.
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Excelente entrada, Pablo. Como veo que te interesa tanto el teatro no puedo dejar de recomendarte King Lear, la mejor obra que yo conozco sobre el conflicto generacional y, para algunos, la mejor de Shakespeare (yo prefiero Macbeth). Eso sí, la forma en la que se trata este tema no puede ser más dura. Si quieres algo más ligero, me parece muy entretenido e inteligente cierto vídeo de Youtube llamado Putos millenials.
ResponderEliminarUn saludo!
Muy de acuerdo, Pablo, aunque a veces me reconozca diciendo frases carcas.
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